Como contaba en la presentación, en 1989 de la mano de Aline Favre y Fabienne Gioria en el Congreso de Sotomayor (Pontevedra) conocí el horno de papel. Había leído e incluso realizado alguno de serrín, de tierra, pero... ¿De papel?. Incrédula pensaba que mucho papel haría falta para alcanzar una temperatura mínima de cocción, pero no se trataba del combustible, sinó del "chasis", sí sí, como lo estais leyendo, aunque con algunas particularidades.
Para aquellos aficionados sin horno que estén pensando en que ésta es la solución a sus problemas, antes de continuar he de dejar claro que aunque en posteriores cocciones realizadas con mi amiga Mª Jesús Segade y sus alumnos (en cada celebración de fín de curso realizábamos distintos tipos de hornos) pudimos comprobar que la temperatura alcanzada superaba casi siempre los 950ºC, no es factible la cocción de piezas esmaltadas (porque se colocan amontonadas y al fundirse el esmalte se quedarían pegadas unas a otras), por lo que estaría "limitado" a piezas de barro de baja temperatura, bruñidas, engobadas o ambas cosas Entrecomillo la palabra "limitado" porque a pesar de no poder usar esmaltes pueden conseguirse piezas muy bellas a base de bruñido, esgrafiados, texturas, engobes coloreados, tierra sigillata o reservas al estilo del rakú naked o simplemente con las sombras caprichosas que el fuego quiera darle. El resultado es primitivo pero no tiene porqué ser tosco, eso ya depende de la imaginación y técnica del artesano.
Imprescindible disponer de un lugar al aire libre donde no se moleste con el humo y reunir a la mayor cantidad de amigos posible (los niños también harán una mano de obra estupenda y lo pasarán genial).
La cantidad de material necesario para construirlo va en función del tamaño del horno, y éste en función de la cantidad y tamaño de las piezas que se vayan a cocer. Para la construcción de uno de tamaño medio necesitamos:
1.- Construir una parrilla metálica de unos 1'20 x 1'20 mts. Puede hacerse con hierros sobrantes de las vigas de una obra o incluso con un trozo de somier. Importante que en las esquinas sobresalga un poco para poder manipularla después (a modo de asas) y que los huecos que queden no sean mas grandes que las piezas a cocer, para que no se cuelen. Puede entrelazarse con alambre fuerte para sujetar las vigas entre sí y para hacer que el tamaño de los huecos sea menor o bien colocar una malla metálica encima.
2.-A continuación se coloca la parrilla sobre 4 pilas de ladrillos formadas por 6 ladrillos cada una. Sobre el centro de la parrilla haremos una "cama" de carbón vegetal y sobre ésta colocamos las piezas a cocer formando una montaña lo mas estable posible, procurando que las piezas mas pequeñas queden arriba.
3.- El siguiente paso consiste en ir colocando leños alrededor de las piezas y en posición vertical (el tipo de ésta así como de los demás materiales depende de lo que tengamos disponible en la zona donde se realice). Por supuesto si puede escogerse el tipo de leña, cuanto más calorífica mejor, nosotras utilizábamos madera de carballo (roble). Cuanto mas seca esté la madera, mas calorífica, pero también se consume antes, por lo que en alguna cocción que realizamos (el horno era a la medida de una única pieza, de más de 1 metro de alto) optamos por mezclar de los dos tipos con muy buen resultado. Dispondremos la leña en varias capas procurando colocar los más delgados debajo y los gruesos al exterior:
4.- Ahora viene lo mas increíble y divertido. Con bastante antelación habremos de ir guardando las revistas dominicales que vienen con el periódico. ¿Cualquiera? Pues no, no es por hacer publicidad pero la que mejores resultados ha dado es el papel satinado del dominical de "El País", suponemos que por su alto contenido en caolín. Le quitamos las grapas y cada hoja doble la impregnamos con una brocha o con las manos (ésto a los niños les encanta) por las dos caras con barbotina de barro refractario (el que conocemos normalmente como refractario lila) que habremos preparado en un barreño grande el día anterior. Comenzamos a cubrir (con la cara de barbotina hacia fuera)la montaña de leña desde abajo y hacia un lado, superponiendo los bordes, después la fila superior, también superponiendo con la fila de abajo los bordes, etc... y cuando la montaña está recubierta por completo (dejando un hueco en el "cráter" de la montaña que hará de chimenea), volvemos a empezar con otra capa desde abajo otra vez, y así sucesivamente hasta completar unas 12 capas.
5.- Previamente habremos preparado unas brasas de carbón vegetal y leña que una vez finalizadas las capas de papel con barbotina (y sin dejar secar) colocaremos con una pala debajo de la parrilla, en el suelo. Enseguida empezará a salir humo y vapor por la chimenea. La altura que hemos dado a la parrilla con los ladrillos permitirá que circule el aire por el interior del horno y que podamos observar desde abajo el proceso de quema de la leña. Sucesivamente iremos retirando ladrillos piso a piso sujetando la parrilla entre cuatro personas (por supuesto con guantes) y otras ayudando a retirar los ladrillos, y reponiendo las brasas.
Es difícil hacer un cálculo general del tiempo que ha de transcurrir hasta que retiremos todos los ladrillos y la parrilla quede directamente posada en el suelo y comience a quemarse el carbón y leña que habíamos colocado bajo las piezas, ya que depende de demasiados factores: la velocidad de quemado de la leña, su calidad, su colocación, la calidad del papel utilizado, el secado de la superficie, si hace viento o no, si hace sol, el volumen de las piezas a cocer... es la experiencia la que nos va marcando el ritmo a seguir. Sirva de guía que el horno ha de estar ya en suelo antes de que las capas de papel se sequen, pues son muy quebradizas (muy comparable a la cáscara de huevo) y al mover el horno éste podría resquebrajarse por completo. Sobra decir que la operación de ir bajando el horno es muy delicada y debe hacerse con mucho cuidado y compenetración entre las cuatro personas que lo hagan, asegurándose antes de que los guantes nos protegen lo suficiente y no nos quemaremos. Añadiremos las últimas brasas antes de bajarlo por completo. Tendremos también en cuenta que las primeras horas de cocción son las más delicadas y no debemos apurarlas para que las piezas de barro evaporen poco a poco el agua de formación y el agua química o de constitución, que no se evapora hasta aproximadamente los 500º. (A menos que las piezas se hayan bizcochado previamente).
6.- Estando el horno ya en el suelo, intentaremos sellar los bordes y vigilaremos que la "corteza" de papel no se resquebraje tapando con más papel con barbotina los huecos que puedan formarse y con el mismo método controlaremos la abertura de la chimenea. Al cabo de unas horas el "cráter" dejará de echar vapor, mas tarde dejará de echar humo y aparecerá, por fín, una llama azulada (llama reductora). El horno se deja apagar solo y nunca se debe interrumpir el proceso de enfriado que debería durar tanto como el de calentamiento para evitar la rotura de las piezas. Todo el proceso dura como mínimo un día con su noche o más si el horno es grande.
Horno de papel ya medio desmoronado una vez finalizada la cocción.
1 comentario:
Muy interesante y constructivo. ¿Como puede saberse la temperatura que alcanza? Si se cuece una pieza sola ¿Podría esmaltarse? Gracias
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